martes, 15 de febrero de 2011

 
Se ha perdido lo lineal de las manos aferradas de los dos cuerpos distantes, que se unían por voluntad propia.
Un espejo, o un hueco en la pared, hay un reloj que corre mientras miro.
Ha habido crescendos de latidos permanentes, que termina por explotar corazones sin escudo. Todos a un mismo tiempo salpicando la sangre. Está coordinada toda la raza humana.
Una pena conjunta, un impulso asesino, de resistir por la tibieza que alguien más supo brindar. Por un par de sucesos irrelevantes pero claros y placenteros, donde habían solo sabanas, o besos verticales, o abrazos que caen muchas veces, en repetición automática.
No existe redondez aquí, el amor está a millas de distancia.
Los filos cortan la piel que intenta seguir tibia, el vacío pellizca y nos deja de cara a la realidad.
Deseo tan solo un pequeño rose cercano, que de a ratos de reposo se transforme en un abrazo, que sea un hogar que cante a coro con alegría acompañado por el viento.
La eterna creación, de un nuevo universo

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